Cartas desde el frente. Por el chavo. 15-02-10. 4.

Dos años antes.

Roberto era una persona seria, pero no podía evitar la picardía al notar la presencia de Lucia. Era un cortejo natural, como cuando una pareja es tal para cual.

Lucia, acostumbrada a los halagos por parte de los hombres, y envidiada por muchas mujeres tomo la iniciativa de darle una oportunidad a Roberto. Entre los pasillos del departamento de inteligencia de la séptima zona militar, opto por invitar un café a Roberto. Realmente Lucia era un monstro de mujer para cualquier hombre, Roberto a pesar de su hombría y buen porte no se atrevía a acercársele, mas sin embargo como cualquier otro hombre su cortejo se daba con la naturaleza de cualquier animal en celo no considerándose apto para lo mejor de la manada.

Era una mañana soleada en los jardines de la división. Caminando lentamente como cualquier pareja de enamorados empedernidos, cruzaban sonrisas. Lucia picara, Roberto nervioso.

Bastaron solo unas pocas semanas para que Lucia entendiera o asimilara lo que realmente sentía Roberto por ella. Lo que engancho la ternura fue el regalo de Roberto pocas semanas después de ese café que le dio a Lucia. El gato Chartreux.

El departamento de inteligencia era muy hermético entre sus agentes. Rara vez las operaciones no pasaban de tres agentes y a traves de los jefes de escuadras era como se llevaba la información. Era sabido que las relaciones personales entre los agentes estaban prohibidas, así que Lucia y Roberto llevaban una doble vida aparte de las que ya llevaban. Solo pocos sabían de su relación, eran los Jefes encargados del contraespionaje, que lejos que tomaran cartas en el asunto dejaron fluir la relación para ver si de algo se pudiesen beneficiar. En esa investigación estaba bajo la lupa Lucia, Roberto era más que nada un oficinista sin operaciones de alto rango. Lucia por su parte, tenía ya 5 años infiltrada en las oficinas de gobierno, sabía demasiado. Utilizarían de comodín a Roberto en caso de que lo ocupasen de alguna operación contra Lucia.

Aquella mujer brillante de inteligencia, deslumbrante en su hermosura, nunca pensó que terminaría en lo que hacía cuando estudiaba la Maestría en Derecho Internacional. Fue reclutada bajo un estricto sistema de selección y espionaje a las instalaciones del Tec de Monterrey, donde ella estudiaba. La Operación Castor tenía que ser ramificado de cero.